Es viernes 17 de julio, son la 4:30 de la tarde y fuertes rayos de sol calientan las calles de medallo. Entre ruido, humo, edificios, carros, calles, gente, centros comerciales, tombos, semáforos, caminamos hacia la inauguración de un espacio cultural anarquista llamado El Hormiguero. Llegamos al barrio Niquitao. Cruzamos la puerta y vemos siluetas caminando apresuradamente con objetos en la mano: escoba, martillo, trapera, platos. Un saludo y una pregunta nos aterrizan al ambiente del lugar. Camaradería, nerviosismo y alegría se confunden en el rostro de quienes van de un lado a otro... “trajimos las tortas de legumbres. ¿Dónde las ponemos? – en la cocina junto a la ensalada”. Llego a la cocina y, antes de cruzar el umbral que me conecta con ese mundo de sabores y olores, leo una frase en la pared que dice: “que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”, creo que es escrita por un griego amigo de Sócrates. Paso el umbral, pensando en la frase y en los tóxicos con los que las multinacionales envenenan la tierra y nuestros alimentos, y veo gran cantidad de comestibles ya preparados. Cruzo la mirada con un compa que ve en mi rostro el asombro ante tantas delicias, de inmediato me guiña el ojo y me invita a probar un ceviche vegetariano, aún lo saboreo.

Ya son las cinco. Rápidamente como hormigas, que trabajan cooperativamente por un fin común, nos unimos al grupo que trata de mover uno que otro mueble pensando en la comodidad de quienes se acercaran a la actividad de inauguración. La casa se va llenando de gente que de forma paciente se acomoda al ritmo de música de fondo. “6:30, llegó la hora”. ¡Compañeras, compañeros sean bienvenidas/os al Hormiguero!
Esta es una crónica de la inauguración
del espacio cultural anarquista El hormiguero ubicado en la Cr 44 N°
41a 44 en el barrio Niquitao, en la ciudad de Medellín. Este no es
un relato periodístico como gustan a los grandes medios de
comunicación y amantes de la neutralidad. Por el contrario, es un
recuento de una actividad, es un texto crítico, nada neutral. No
podía ser de otra forma, está escrito por un anarquista.
La fiesta de la autonomía y la
libertad.
Se toma confianza, se pone de pie y se
lleva un papel a la altura del hombro. Empieza diciendo: “Hoy, esta
casa no es solo nuestra, porque más que esto es una invitación y
una excusa para juntar los pasos hacia la libertad y la autonomía
que crean nuestros caminos, y que no pertenecen a nadie”. Y
finaliza: “…por eso como una fisura en el poder que pretende
invadir todos los rincones de nuestro ser colectivo e individual,
nace un espacio para construir más ideas y generar un encuentro de
chispas que puedan generar un incendio. Es por esto que surge El
Hormiguero, un territorio libertario, sin egoísmos ni competencias,
un espacio para llevar a la práctica aquellos principios que van en
contra de las frenéticas sociedades desarrolladas”. Estas
palabras retumbaron en mis oídos como una invitación a construir,
desde mi práctica libertaria, nuevas formas y matices contra
cualquier mecanismo de opresión engendrado por la autoridad. Las/os
anarquistas frente a las nuevas y sofisticadas formas de control
social, que hacen que renunciemos a las posibilidades de construir
otros mundos en donde seamos nosotras/os los que definamos nuestros
propios horizontes tanto en el pensar como en el actuar, anteponemos
la praxis de la libertad, la ayuda mutua, la horizontalidad, la
solidaridad y la autonomía. Es por esto que la apertura del
Hormiguero es una fiesta que nos invita a bailar, ampliar y forjar
bases sólidas contra el poder y la dominación. Entre otras
características, esto determina y da vida a un espacio cultural
anarquista. ¡Que siga la fiesta!

Para finalizar,
se comparte un néctar de maracuyá y se procedió a realizar un
brindis. Si un brindis. Levantamos los vasos y, con palabras de
aliento festejamos la apertura del hormiguero. Esta historia no
termina por el contrario inicia su andadura por los caminos tortuosos
del poder.
Estas letras van dirigidas a mis
compañeras/os del hormiguero que siguen klavando la duda y la mirada
crítica y rebelde hacia la sociedad autoritaria. A aquellas/os que
construyen utopías y crean otros mundos desde la libertad y la
autonomía.
Nos vemos en El Hormiguero.
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